Thursday, July 8, 2010

Eleanor M. de Australia, Junio 2010.


Acá quiero ser honesta sobre mi experiencia como voluntaria con Conviven.


La verdad es que me equivoqué de lo que era. Cuando decidí a quedarme en Buenos Aires, tenía planeado participar en algún proyecto así, pero se me complicó mucho: encontré tantas organizaciones que quería dar una experiencia turística o explotar el deseo de ayudar para fines capitalistas. Después de haber pasado mucho tiempo buscando y buscando una organización buena me di por vencida. No debería haberlo hecho. Lo peor es que en algún momento, había entrado en la página de web de Conviven, pero lo rechace cuando vi que era una organización religiosa. Al ver eso pensé “eso no, no quiero participar en un proyecto que explota la debilidad de la gente para imponer ciertos valores.” A partir de ese momento me dediqué a mis estudios, y lo pasé muy bien. Sin embargo, me sentía vacía de una manera. Un Sábado en Mayo, leí un artículo sobre el trabajo que hacen los de Conviven en la ciudad oculta. Esa gente me pareció tan dedicada a ayudar a esa gente perjudicada que decidí dejar mis perjuicios a un lado y acercarme al centro. No eché ningún vistazo para atrás.


Mis experiencias trabajando con Conviven, aunque era durante solo un tiempo cortito, forman mis recuerdos más impactantes de todo el tiempo que pasé en Argentina. En primer lugar, esa experiencia hizo que se me fuera para siempre la idea de que Argentina no era un país tan pobre. Lo es. Puede que la pobreza no sea tan obvia como en Bolivia, Guatemala o Paraguay. Pero pobreza oculta es pobreza aunque sea. Además, me di cuenta que un individuo sí puede tener un impacto verdadero en la vida de otro ser humano. No hay que solo hablar de cambiar el sistema – son los pasos pequeños que también ayudan. Los chicos con que trabajaba eran tan buenos, y tenían tantas ganas de aprender y yo me sentía muy privilegiada a ayudar a sacar su gran potencial. Finalmente, la experiencia me inspiró. Yo soy una estudiante de derecho y siempre quería trabajar con derechos humanos. Sin embargo, por la primera vez me doy cuenta de que puedo usar los conocimientos que ya tengo para ayudar ahora, no tengo que esperar hasta que me licencie. Por eso, les estoy ofreciendo mis servicios gratis a centros acá en Australia que le ofrecen asesoramientos jurídicos a gente marginada.


Recomiendo que cualquiera que encuentre este proyecto se acerque a ayudar. Y quiero que Conviven tenga todo el suerte del mundo.

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